martes, 30 de septiembre de 2014

Maniático...

Me encontraba maniatado en una silla, en algún sótano húmedo. La luz estaba prendida, una pequeña lámpara en el medio de la habitación. Amontonadas cajas y cajas de cosas que no lograba reconocer. Una escalera de madera antigua, por la cual empezó a bajar una persona. El rechinido más tétrico que había escuchado en mi vida. Por alguna razón me dolía mucho la cara, supuse que fue porque me golpearon antes de ubicarme acá. No sé porque me habían hecho esto, yo no había hecho nada, era una persona buena en mi vida, nunca le hice mal a nadie. Empecé a recordar a mi familia, mis amigos, no recuerdo haberle hecho mal a ninguno de ellos.
-¿¡Qué hago acá?! ¡¿Qué hice para merecer esto?!
-Nada… -Respondió.
“¿¡Qué?! ¿No hice nada? ¿Y por qué me tenía acá? ¿Por qué yo?”
-Solo… que no me caes bien. –dijo, con una sonrisa siniestra.
Mi cara de terror era irreconocible, y él parecía disfrutarla.
-¿Alguna vez, en una parque, en tu niñez mataste hormiguitas? Yo sí, y sé que cualquiera lo hizo, tal vez por inocencia, tal vez por diversión… Yo lo hice por la segunda opción, y ahora te hago esto a vos por el mismo motivo.
-¿Y por qué yo? Podrías haber elegido a cualquier persona… yo no le hice mal a nadie, siempre trato de ser bueno con todos…
-Tal vez sea ese el motivo de que seas a quien se lo hago, sos demasiado bueno con todos… algo malo tenes que tener, algo malo ocultas.
Su forma de hablar era tan seria, estaba absolutamente decidido a hacer cualquier cosa. Sonreía a cada paso que daba, a cada palabra se le escapaba una mueca de diversión.
-¿Por qué me haces esto? ¡¿Por qué lo disfrutas?! –Casi llorando, no podía contener la frustración.
-Es que si vas a cargar con el remordimiento de una muerte por el resto de tu vida… por lo menos hay que disfrutar el momento, ¿No?... Va, digo… Tal vez no sea lo adecuado, pero ¿Quién decide eso? Creo que me voy a divertir mucho con vos… -Se le escapo una risa al final.
-¡Estás enfermo!
-No estoy enfermo, soy como vos… pero yo decidí soltar lo que vos no pudiste. Mi ser interior, mi maniático interior.
-¡Yo no soy como vos! –Trate de gritar tan fuerte como pude, tal vez alguien pudiera escucharme.
-¡Sh! Nadie te va a escuchar, estamos en un lugar al que nadie viene hace muchos años. ¿No lo reconoces? –Me miro a los ojos y se alejo a recorrer el lugar, con los dedos tocaba las paredes mientras daba una pequeña vuelta en su propio eje.
-Es… mi teatro… donde hice teatro cuando era chico… pero, esta vació, no queda nada de esa época…
-Exactamente. También hice teatro acá. Y al igual que este lugar, yo también estoy vació a comparación de esos años. ¿Y sabes que es lo más divertido? Que yo soy fruto de esos recuerdos… -Ahora miraba de forma intensa a lo que sería el “escenario”, sin importar darme la espalda.
-¿A qué te referís? –Estaba asustado.
-¿Todavía no te das cuenta? ¿Todavía no comprendes?

El lugar comenzó a prenderse fuego, unos cables pelados habían hecho contacto con un aceite que “accidentalmente” había quedado en el piso. Todo el lugar, un teatro gigante, empezó a arder en llamas. Salí caminando del lugar, renovado… mientras que el fuego a mi espalda, quemaba lo que quedaba de mí. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario