viernes, 28 de noviembre de 2014

Mente de un Maniatico

Hay veces en que me siento solo, completamente solo. En que lo único que quiero es dormir, comer y soñar. Perderme en vicios que me hagan olvidar mi soledad por un instante. Pero eso entupido y lo se. Se que no estoy solo, que tengo gente alrededor que me aprecia, que me quiere. Aun así, no se por que, siento una soledad que me amarra, que me tiene en sus garras.
Cuando me invade esa sensación de soledad me vuelvo una persona distinta, me vuelvo envidia y rencor, me vuelvo furia y descontrol. No soy yo… creo. Y ahí es cuando empiezo a dudar quien soy, si el que tiene la capacidad de pensar, de premeditar las situaciones, de querer y ser querido. O soy el sociópata, psicópata, que tiene doble personalidad, que hace cosas sin saber las consecuencias, el que buscar su beneficio más allá de todo. Ahí es cuando me digo que uno tiene poder sobre otro, que puede aplastarlo para que no tenga las fuerzas suficientes para lastimar, pero choco contra una pared al darme cuenta la cantidad de veces que el otro apareció e hizo de las suyas, logrando varias veces sus objetivos. ¿Cómo saber cual es la verdadera parte de uno? Todavía no lo descubro, espero algún día pueda hacerlo. Mientras tanto, me conformo con sacarle fuerzas a uno, pero me sigo preguntando y en mi cabeza da vueltas la idea, ¿Y si el otro aprende a sacarle las fuerzas al que una vez supo aplastarlo? ¿Qué voy a poder hacer en ese momento? ¿Será correcta una pelea en mi interior para saber que parte va a ganar? Una vez escuche el dicho “La vida es una continua pelea contra uno mismo” Nunca pudo ser mas cierto en mi ese dicho. Tengo miedo de mí, tengo miedo de lo que soy capaz de hacer, de hacerme y de hacerle a la gente de mí alrededor.

Hay veces en las que pienso que la otra parte de mi sabe mejor que yo sobre que es correcto y que no, que el tiene las cosas mucho mas premeditadas que yo, y que cuando me doy cuenta y puedo mirar para atrás, las cosas están hechas de la mejor manera para llegar a donde llegué. Me pregunto si algún día las dos partes de mi van a poder vivir en armonía.