jueves, 25 de septiembre de 2014

La última lágrima.

Me miro fijo a la cara, sonrió y se alejo lentamente.
-¿A dónde vas? –Le dije.
No me respondía, seguía teniendo los ojos puestos en mis ojos. Esos ojos marrones claros, con un vacio desprevenido en sus pupilas. La notaba firme en su decisión. Sabía lo que hacía.
-No te vayas…
No parecía escucharme. Siempre le gusto ese juego, hacerse desear, siempre le gusto ser el punto de mi máxima atención. Hoy, yo no quería jugar.
-¡Basta!
Mi voz se quebró. Una lágrima quería escaparse.
Volvió un paso hacia mí, como dudando de lo que hacía. Cerró los ojos y volvió a su rumbo anterior.
-¿Cómo podes hacerme esto? ¿Enserio no sentís culpa?
Vi una lágrima recorrer su cara. Me sentía peor yo que ella, no sabía como hacérselo entender, pero tampoco quería hacerla sufrir para que se quede conmigo. No quería estar en esa situación.
-Te necesito… siempre te necesite.
Volvió rápido, me abrazo y se esfumo.
Desperté. Estaba apoyado en sus piernas, me había dormido sin querer.
-¿Cómo estás? –Le acaricie la cara.
Seguía sin responderme, como ya hace tiempo. Agarre la esponja y le limpie la cara, hacía mucho calor.
-Ya nos vamos a ir. –No pude aguantar el llanto.
De golpe, empezaron a sonar los equipos, como con urgencia. Me pare lentamente y me aleje hacia la puerta. Un grupo de enfermeras y médicos entraron rápido a ayudarla. Una vez que escuche el pitido final, colapse y me desmaye. Mi cara contra el piso, lo último que vio fue su cuerpo.
-Nos vemos…

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