jueves, 11 de junio de 2015

Imaginemos

Imaginemos una pesadilla que jamás termina.
Estar encerrado en una habitación.
Con frio.
Sin luz.
Caminando de un lugar a otro, sin lograr ubicar nunca la salida o algo semejante.
Recorriendo con las manos, a oscuras, intentando encontrar algo conocido.
Sin poder ver ni tus manos.
Saber que estas ahí por algo, sin saber el por qué.
Temblando, sabes que viene a por vos.
Ya sin voz de tanto gritar.
Ya sin aliento.
Imagina estar en la esquina de la habitación, y sentir el lugar cada vez más chico.
Que las paredes se acercan, te sacan, de a poco, el oxigeno.
Tus únicos amigos son tus pensamientos.
Lo único que escuchas es tu mente torturándote.
Preguntas.
No paras de hacerte preguntas.
Ya no querés seguir llorando.
Ya no sabes que hacer.
“Lo último que se pierde es la esperanza.”
Ya la perdiste.
Sabes que vas a morir ahí.
Una habitación vacía.
Un lugar completamente cerrado.
Sin luz.
Sin aire.
Cada vez pasan más horas.
Cada hora la sentís como un año.
Estas cansado de dormir.
Estas cansado de pensar.
Estas cansado de vivir.
Tus manos rotas de tanto golpear las paredes.
Estas flaco.
No comes hace días.
Tenés hambre.
Sentís como tus órganos se van comiendo entre sí.
Tus fuerzas disminuyen minuto a minuto.
Te arrastras.
Y cuando menos te lo esperas, alguien entra.
Enciende una luz tenue.
Te ciega.
Se acerca sin decir nada.
Y así se queda.
Mirándote.
Fijamente.
Sonríe.
Se ríe.
Y se queda ahí.
Mirándote.
Por horas.
No sabes que hacer.
Preguntas.
Le haces estas preguntas que tanto pensaste.
No te responde.
Solo te mira.
Te acercas.
Intentas tocarlo.
Querés que sea real aunque sea.
Se aleja.
Se ríe.
Se va.
La luz se apaga.
Cerras los ojos.
Y volver a empezar de la misma forma.
¿No es esa la peor tortura?
Ya a la tercera vez que se repite, solo esperas por el momento en que entre.
Quieras o no, es tu único amigo.
El único que se acerca en ese momento.
Siempre esperas que algún día te hable.
Lo único que te haría sentir mejor en esas repeticiones es que te diga una sola palabra.
Esa sería tu mayor felicidad.
Perder la cordura.
Perderlo todo.
No una.
No dos.
Infinitas veces.
Cada vez querés morir más rápido.
¿Algún día terminará?

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